La cultura no es de nadie
- Elena Gómez
- 2 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Rosalía viene de un pueblo de Cataluña llamado San Esteban de Sasroviras y no es gitana. Sí, al parecer estos datos sentencian que no debe cantar flamenco.

Desde que sacó el primer single, <<Malamente>>, de su disco El Mal Querer, las palabras ‘’apropiación’’ y ‘’cultural’’ no han dejado de sonar por redes sociales y medios de comunicación. A la joven catalana se le acusa de antigitanismo y de usar sin derecho simbología característica del pueblo andaluz : tauromaquia, iconografía religiosa, bailes e incluso la jerga.
La polémica continúa tras el estreno de su último single <<Di mi nombre>>, donde al parecer Rosalía canta ''Yeli,yeli,yeli'', refiriéndose a la prueba del pañuelo para comprobar la virginidad de la novia en una boda gitana. La catalana se pronunciaba ante estas acusaciones y aclaraba que en realidad dice "Ay ali, ali, ali, yali, ya", inspirándose en Los tangos de La Repompa.
El término apropiación cultural hace referencia a la usurpación por parte de una cultura dominante de elementos o prácticas de una cultura minoritaria, la cual ha sido discriminada a lo largo de la historia por esos mismo símbolos.
Si nos remontamos a los orígenes del flamenco, este nace de la mezcla de diversas culturas: la árabe, la judía, la gitana y la andaluza. Por lo tanto, si se ha dejado empapar de la esencia de otros estilos musicales, ¿por qué no puede el flamenco influir en artistas y géneros más allá de las fronteras andaluzas?
Noelia Cortés, activista gitana, manifestó en un hilo de Twitter su descontento con el supuesto antigitanismo de Rosalía: ‘’Ser gitana no es una estética. Si lo que cantas lo cantase una gitana no lo llevaría la misma gente en el móvil. Tú con tu ropa cara y tus uñas y tus cosas consigues una estética falsa que se relaciona con lo gitano pero quita el factor racial y sus consecuencias. Te disfrazas de nosotros porque sabes que es nuestro’’.
Resulta anecdótico que a esta joven, Noelia Cortés, se le llene la boca hablando sobre apropiación cultural llevando un piercing en la nariz (práctica procedente del sudeste asiático, especialmente de la India). Parece que una cultura oprimida tiene carta blanca para ''apropiarse'' de rasgos de otra cultura oprimida.
El meollo de la cuestión reside en que Rosalía, desde su situación privilegiada, ‘’invisibiliza’’ a otras artistas gitanas y/o andaluzas que cantan flamenco y no tienen la notoriedad y el reconocimiento que sí alcanza la catalana. Pero se nos olvida que Rosalía no solo canta flamenco, sino que va más allá: Rosalía está creando un nuevo género, aún por consolidar, fusionando el flamenco con la música urbana.
Rosalía está rompiendo muros y acercando el flamenco a un sector de la población que anteriormente no sentía curiosidad ni interés en este género: los millenials. Además, puede ser el punto de partida para sumergirse dentro del flamenco y conocer a artistas, compositores, bailarines y otros componentes relacionados con el mundillo.

En más de una ocasión la artista se ha pronunciado ante las constantes acusaciones, reiterando que es conocedora de los orígenes de este género musical, que respeta y ama el flamenco junto a todo lo que ello conlleva pero dejando claro su punto de vista: ''El flamenco no es propiedad de los gitanos'' afirmaba en una entrevista para el diario diario El Mundo.
Si nos ponemos exquisitos con la apropiación cultural, no podríamos hacer prácticamente nada de lo que hacemos en nuestra vida diaria. Olvidémonos de la raza, la localización geográfica, los orígenes; y disfrutemos del arte en todas sus expresiones.
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